Vivimos en una etapa marcada por el estima al dinero y su sobrevaloración, el individualismo, las relaciones casuales, la libertad para coquetear con uno y con otro, la promiscuidad, y en donde sobrevive el prejuicio que dice que los gays estamos designados a tener una vejez en soledad.
Se entiende como un escenario inconforme donde -gracias a Dios- el amor aún tiene un espacio. Sin embargo, todas esas cualidades parecen modificar cualquier intento para establecer relaciones de pareja en algo problemático y casi imposible para muchos. A su vez, la soltería tiene como consecuencia un mal o una dolencia, porque en ese estado, es cuando nos cuestionamos más acerca de este tema, y repetimos y preguntamos una y otra vez: “¿Por qué es tan difícil encontrar Novio?”.
¿Dónde buscar y Cuáles serían sitios buenos para iniciar un relación?
Dentro de las cosas reales que hacen difícil encontrar pareja, figura el efecto inverso que desencadenó la tan anhelada globalización. Es decir, todos estamos conectados, por medios electrónicos, redes sociales o en espacios virtuales para coquetear, que nos permiten presentarnos y ofrecernos como productos en un vitrina o mostrador… lo cual no tiene nada de malo. Pero parece que tanta disponibilidad electrónica trae consigo una oferta alta de posibilidades que nos invita a explorar y explorar, y a pensar:“él es bonito, pero otro más bonito podría aparecer luego o alguien que me trate mejor”. Así que miramos y consumimos perfiles y nos sucede lo mismo que a los niños cuando entran a una tienda de juguetes: queremos llevarlo todo. Tanta posibilidad de probar sabores y colores nos impide centrar la atención en un solo personaje, y allí nos quedamos. Los hombres contemporáneos son glotones,placenteros, y casi siempre incapaces de rechazar ofertas. La exclusividad está en duda.
La disco puede ser otra opción. Otro escenario legendario, que no pasa de moda, es un lugar que permite la desinhibición, pero que gracias a la penumbra también aguanta mucha farsa… sin embargo, parece el espacio perfecto para enamorarse, pues el baile, el roce, y los tragos calientan a quienes no se arriesgan tanto.
En la calle el ligue parece ser cada vez más común, sobretodo porque el pudor se reduce cada vez más, y la acción estratégica está cada vez más depurada: dos hombres caminan, se cruzan, si se voltean a mirar un metro después, hay interés; sin embargo, vale repetir el giro de cabeza dos o tres veces, pues la timidez de algunos no les permite evidenciarse en el momento justo después del cruce. Uno de los dos se detiene, generalmente quien experimenta menor traumatismo frente al rechazo, esto con el fin de demostrar claramente su interés por conversar. El otro se acerca y el encuentro es una realidad.
La verdad es que en estos casos la carnada del anzuelo no es más que la carne de los involucrados. El riesgo es alto, pues el encanto puede romperse justo después de escuchar su voz, o luego de conocer el interés de algunos de los involucrados. Y hablándoles seriamente nunca he experimentado eso y no me gustaría tampoco. Esto lo leí, me gusto y lo parafraseé.
En fin, podríamos seguir enumerando sitios, el trabajo, el colegio, la universidad, el transporte, la marcha gay, un café, una fiesta familiar, y todos estos lugares tendrían aspectos reales y falsos que los catalogan como sitios malos para el coqueteo; pero a su vez, encontraríamos aspectos positivos y atractivos que los convierten en sitios buenos para iniciar una relación de pareja.
Pero lo más importante es dejar de repetir de día y de noche: “está difícil encontrar novio”, de pronto sin tanta prevención dejamos de levantar y las personas llegar por sí solas. *crucemos dedos*
Y eso sí, tumbemos tanta barrera, pues andamos en grupos de a uno o de amigos con límites infranqueables que nos impiden conocer a otros. Y menos miedo al rechazo, que lo peor que nos pueden decir es “no me interesa”… Recuerden señores, no somos monedas de oro, solo somos hombres.
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